Libros de la Ley

Levítico, ¿el libro menos leído de la Biblia?

Levítico

El título de esta entrada puede ser provocador. Tal vez la sugerencia sea un poco exagerada, sí, pero convengamos en que Levítico no está entre los primeros libros de la Biblia que uno busca a la hora de la devoción personal o familiar. Así que, ¿de qué se trata este libro bíblico tan poco explorado?

Datos introductorios de Levítico

Autor y fecha

Entre los estudiosos más conservadores de la Biblia se reconoce a Moisés como el autor del libro de Levítico, se piensa que alrededor del 1440 a. C. Sin embargo, otros eruditos no tan conservadores insisten en que el libro fue compilado por algún editor desconocido en la tierra de Canaán, siglos después de la muerte de Moisés, a partir de muchas fuentes diferentes.

Lo que esta última teoría pasa por alto son las docenas de casos en el libro en que Dios habla a Moisés directamente y este escribe sus instrucciones para ser transmitidas al pueblo (cf. Lev. 4:1; 6:1; 8:1; 11:1; etc).

Marco histórico

El libro de Levítico corresponde al tiempo cuando Israel se encontraba acampando en el Monte Sinaí, luego de su liberación milagrosa de la esclavitud de Egipto.

Algunas claves del libro

Si hay una palabra clave en el libro de Levítico, esa es la palabra santidad. Levítico se centra en el concepto de la santidad de Dios, y cómo un pueblo que no es santo puede acercarse a él de una manera aceptable y permanecer en una comunión continua.

Los siguientes pueden considerarse los versículos claves del libro:

«Porque la vida de toda criatura está en la sangre. Yo mismo se la he dado a ustedes sobre el
altar, para que hagan propiciación por ustedes mismos, ya que la propiciación se hace por medio de la sangre» (Lev. 17:11).

«Conságrense a mí, y sean santos, porque yo soy el Señor su Dios. Obedezcan mis estatutos y pónganlos por obra. Yo soy el Señor, que los santifica» (Lev. 20:7-8).

Y si hablamos de identificar un capítulo clave del libro, ese es Levítico 16, donde leemos acerca de las leyes para la expiación de los pecados.

El día de la expiación (Yom Kippur en hebreo) era el día más importante del calendario, ya que era el único día del año en que el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo para hacer «propiciación por ustedes para purificarlos, y delante del Señor serán purificados de todos sus pecados» (Lev. 16:30).

Contribución teológica

Levítico es importante para nosotros porque enseña claramente acerca de tres verdades espirituales íntimamente relacionadas entre sí: la expiación, los sacrificios y la santidad. Si no tuviéramos el antecedente de estos conceptos en el libro de Levítico, lo más seguro es que no podríamos entender su posterior cumplimiento en la vida y el ministerio del Señor Jesús.

El capítulo 16 de Levítico, como ya señalamos, contiene las instrucciones de Dios para la observancia del solemne Día de la Expiación. Más tarde, los escritores del Nuevo Testamento compararon este cuadro conocido de la Ley con el sacrificio del Señor Jesucristo a favor nuestro. Pero a diferencia de los sacerdotes anteriores, Jesús no tuvo que ofrecer «sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo» (Heb. 7:27).

Además, el libro de Levítico instruye al pueblo del pacto acerca de la ofrenda de sangre —cuando se presentaba la sangre de un animal sacrificado a Dios— como símbolo del ofrecimiento de su propia vida a Dios. Y una vez más, esta conocida enseñanza de la Ley tomó un significado mucho más profundo en el Nuevo Testamento, cuando se aplicó a Jesús: él entregó su vida a nuestro favor cuando derramó su sangre para borrar nuestros pecados.

Finalmente, el significado básico de la santidad según se presenta en Levítico es que Dios demanda absoluta obediencia de su pueblo. La raíz de la palabra santidad es «separación», dando a entender que el pueblo del pacto debía estar separado y ser diferente de los pueblos paganos que lo rodeaban.

Consideración especial

La sangre de los becerros y de los machos cabríos, tan prominentes en el libro de Levítico, no tenían poder para quitar el pecado. Sino que cada uno de estos rituales era «una sombra de los bienes venideros» (Heb. 10:1). Estos sacrificios de animales apuntaban hacia el sacrificio final de Cristo, realizado gratuitamente a nuestro favor: «Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos» (Heb. 9:28).

Síntesis de Levítico

Sacrificio (1–17)

En esta sección se enseña al pueblo que para presentarse delante de Dios había que hacerlo mediante ofrendas especiales (1–7), por la mediación del sacerdocio (8–10), por la purificación nacional de las inmundicias (11–15), y por la provisión de una purificación y comunión nacional (16–17). Los diferentes sacrificios de sangre les recuerdan a los adoradores que, debido al pecado, la santidad de Dios exige el costoso don de la vida (17:11). La sangre inocente del animal que se sacrifica se convierte en un sustituto para la vida del adorador culpable, «pues sin derramamiento de sangre no hay perdón» (Heb. 9:22).

Santificación (18–27)

Esta sección instruye a los israelitas que ellos sirven a un Dios santo que también exige de ellos santidad. Ser santo quiere decir estar apartados o «separados». Ellos deben separarse de otras naciones para Dios. En el libro de Levítico la idea de la santidad aparece unas ochenta y siete veces, en algunas ocasiones indicando la santidad ceremonial (requisito ritual), y en otras ocasiones la santidad moral (pureza de vida). Esta santificación se extiende al pueblo de Israel (18–20), al sacerdocio (21–22), a su adoración (23–24), a su vida en la tierra de Canaán (25–26) y a sus votos especiales (27).

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