Conceptos bíblicos

La analogía de la Escritura: estudiando la Biblia con la Biblia

¿Alguna vez te has encontrado con un versículo en la Biblia que parece difícil de entender o que parece contradecir otro pasaje? ¿Cómo podemos estar seguros de que la Biblia, escrita por diferentes autores en distintas épocas, tiene un mensaje coherente y único? Preguntas como estas pueden intimidarnos en nuestro estudio de la Palabra de Dios, y a lo mejor todos en alguna ocasión nos hemos visto desalentados por ellas. Sin embargo, ¿sabías que la mejor herramienta para entender la Biblia es la Biblia misma?

Uno de los principios más importantes en la interpretación bíblica es la analogía de la Escritura. Este principio sostiene que la Biblia, como un todo, es coherente y se interpreta a sí misma. La Biblia es su propio y mejor intérprete. A lo largo de la historia, teólogos y creyentes en general han utilizado este principio para estudiar la Palabra de Dios y descubrir su mensaje. ¿Pero qué significa el término exactamente?

La palabra «analogía» proviene del griego, formada por los términos ana (de nuevo) y logos (palabra o discurso). Literalmente, significa «hablar de nuevo» o «hacer una comparación o referencia entre cosas similares». En el contexto bíblico, la analogía de la Escritura se refiere a cuando diferentes partes de la Biblia están hablando del mismo asunto. Son entonces «pasajes análogos».

Puntos clave de la analogía de la Escritura

Un principio, por lo general, descansa sobre algunos puntos clave que le sirven de soporte y lo explican. A continuación, exploraremos los cuatro puntos clave de la analogía de la Escritura, con ejemplos bíblicos para ilustrarlos.

1. Unidad doctrinal

La unidad doctrinal de la Escritura es esencial para entender la coherencia de la Biblia. Aunque los diferentes libros de la Biblia fueron escritos en épocas distintas, por diversos autores y en variadas situaciones históricas, todos presentan un mensaje doctrinal unificado, es decir, una misma enseñanza, porque el autor final de la Biblia es Dios.

El apóstol Pablo reafirma esta verdad cuando escribe: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia» (2 Tim. 3:16). Aquí se nos recuerda que la Biblia, siendo inspirada por Dios, es consistente en su enseñanza y propósito.

Un ejemplo claro de esta unidad doctrinal es la enseñanza de la justificación por gracia mediante la fe. En el Antiguo Testamento, Génesis 15:6 dice: «Abram creyó al Señor y el Señor se lo reconoció como justicia», refiriéndose a la fe de Abraham. Esto es confirmado en el Nuevo Testamento en Romanos 4:3, donde Pablo cita este pasaje para explicar cómo la fe de Abraham lo justificó ante Dios, mostrando que la doctrina de la justificación por fe está presente tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

2. Interdependencia de los textos

Los pasajes bíblicos no deben ser leídos de forma aislada. La interdependencia de los textos significa que cada parte de la Biblia puede ser entendida mejor a la luz de otras partes de la Escritura. Esto es especialmente útil para aclarar textos difíciles o ambiguos con otros más claros.

Un buen ejemplo de esto es el uso de las profecías del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento. En el libro de Isaías, leemos acerca de un siervo sufriente: «Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores» (Is. 53:4). Este pasaje profético sobre el Mesías es interpretado y explicado en el Nuevo Testamento en Mateo 8:17, cuando se refiere a Jesús: «Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: “Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores”».

Este ejemplo muestra cómo un pasaje oscuro o simbólico del Antiguo Testamento se aclara y cobra un significado más pleno en el Nuevo Testamento, en el contexto de la vida y ministerio de Cristo.

3. Evitar contradicciones aparentes

Uno de los mayores desafíos al interpretar la Biblia es evitar caer en la trampa de las contradicciones aparentes. La Biblia, como Palabra de Dios, no se contradice. Si un pasaje parece estar en desacuerdo con otro, debemos asumir que la contradicción es solo aparente, que el problema está en nuestro entendimiento que es limitado y falible, y buscar una interpretación que armonice los dos textos.

Un buen ejemplo de esto es la aparente contradicción entre Santiago 2:24 y Romanos 3:28. Santiago escribe: «Como pueden ver, una persona es declarada justa por las obras y no solo por la fe». Sin embargo, Pablo dice en Romanos: «Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe y no por las obras que la Ley exige». Al aplicar la analogía de la Escritura, entendemos que Pablo está hablando de la justificación inicial delante de Dios, mientras que Santiago se refiere a la evidencia de la fe genuina a través de las obras del creyente. Así, ambos pasajes se complementan y no se contradicen.

Otro ejemplo lo podemos ver en la relación entre la justicia de Dios y su misericordia. En algunos pasajes se enfatiza la justicia (como en Romanos 1:18), mientras que en otros se subraya su misericordia (como en Efesios 2:4-5). Sin embargo, estos atributos no se contradicen, sino que se armonizan en la obra de Cristo, donde la justicia de Dios es satisfecha y su misericordia es demostrada (Rom. 3:26).

4. Jesucristo como clave interpretativa

El centro de toda la Escritura es Jesucristo. Esto significa que la vida, muerte y resurrección de Cristo son la clave para interpretar y entender todo el mensaje bíblico. Como Jesús mismo enseñó a sus discípulos en el camino a Emaús: «Entonces, comenzando por Moisés y por todos los Profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras» (Lc. 24:27).

Un claro ejemplo de esto es el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento, que es una sombra de la obra redentora de Cristo en la cruz. En Hebreos 10:1 el autor dice: «La Ley es solo una sombra de los bienes venideros, no la presencia misma de estas realidades». La ley ceremonial, con sus sacrificios de animales, señalaba hacia el sacrificio definitivo de Cristo, quien es «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29).

Cristo es la clave que conecta y da sentido a todo el plan de redención presentado a lo largo de la Escritura. Sin Él, los relatos, profecías y leyes pierden su coherencia, pero con Él todo cobra vida y propósito.

Consejos prácticos para aplicar la analogía de la Escritura

Para llevar este principio de la analogía de la Escritura a la práctica en tu estudio personal de la Biblia, te ofrecemos algunos consejos útiles:

  1. Estudia en contexto: Siempre comienza leyendo el pasaje dentro de su contexto inmediato (el capítulo y libro donde se encuentra). A continuación, considera cómo el pasaje se relaciona con el contexto más amplio de toda la Biblia. Por ejemplo, un versículo sobre la justicia divina puede entenderse mejor al estudiar otros pasajes sobre ese atributo en toda la Escritura.
  2. Usa pasajes claros para entender los difíciles: Si encuentras un pasaje oscuro o difícil de entender, busca otros textos más claros que hablen sobre el mismo tema. Por ejemplo, si tienes dificultad para entender Apocalipsis, es útil leer primero los Evangelios o las Epístolas, que tratan de temas similares en un lenguaje más directo.
  3. Haz uso de referencias cruzadas: Muchas Biblias incluyen referencias cruzadas en los márgenes o al pie de página, que conectan versículos relacionados. ¡Las Biblias en línea y las aplicaciones móviles hoy en día hacen el uso de estas aún más fácil! Estas referencias pueden ayudarte a identificar pasajes similares o temas recurrentes a lo largo de la Biblia.
  4. Estudia con humildad y oración: La Biblia es un libro divino, y requiere humildad y dependencia del Espíritu Santo para ser correctamente entendida. Santiago 1:5 nos exhorta a pedir sabiduría a Dios cuando lo necesitemos: «Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie».
  5. Consulta con maestros y comentarios: Aunque la Biblia es su propio intérprete, el estudio en comunidad con otros creyentes y la consulta de comentarios bíblicos confiables siguen siendo de gran ayuda para profundizar en el entendimiento. Proverbios 11:14 nos recuerda: «Cuando no hay buen guía, la gente tropieza; la seguridad depende de los muchos consejeros» (RVC).

Conclusión

La analogía de la Escritura es una herramienta indispensable para interpretar correctamente la Biblia. Este principio nos ayuda a ver la coherencia doctrinal en toda la Escritura, a entender textos difíciles a la luz de otros más claros, a evitar contradicciones aparentes y, sobre todo, a reconocer a Jesucristo como la clave central de todo el mensaje bíblico. Estudiar la Biblia con este principio nos permite profundizar en las verdades de la Escritura y crecer en nuestro entendimiento de la Palabra de Dios.


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