Los cristianos le atribuimos autoridad divina a la Biblia para ser nuestra regla de fe y conducta porque afirmamos que ella es inspirada por Dios. ¿Pero qué significa? ¿Qué quiere decir la inspiración de la Biblia?
Dos pasajes claves que sustentan la enseñanza de la inspiración divina de la Biblia vienen de los apóstoles Pablo y Pedro:
- «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia» (2 Tim. 3:16).
- «Pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios» (2 Ped. 1:21).
Definiendo la inspiración de la Biblia
Cuando hablamos de la inspiración de la Biblia, no usamos la palabra en el sentido en que hablaríamos de un poeta o músico que está «inspirado» al escribir o componer una pieza de arte. Por el contrario, usamos la palabra en un sentido muy preciso, para referirnos a la forma especial que Dios ha escogido para revelarse. En palabras un poco técnicas, la inspiración divina de las Escrituras se refiere, entonces, al proceso de comunicación verbal que Dios empleó para comunicar su revelación en la Biblia.
Para comprender mejor el uso bíblico del término, es oportuno notar que cuando Pablo escribe en 2 Timoteo 3:16 que «toda la Escritura es inspirada por Dios», las tres últimas palabras en el griego original constituyen una sola expresión (theopneustos) que se puede traducir literalmente como «respirada por Dios». La idea no es que Dios volcó su aliento de alguna manera en los escritores bíblicos o en sus escritos para darles su carácter especial, sino que aquello que los autores humanos escribieron fue respirado por Dios. Él habló por medio de ellos. Ellos fueron sus voceros.
La importancia de esta inspiración divina de la Biblia radica en que, mediante este proceso de comunicación, Dios…
- Motivó a los autores divinos a escribir lo que escribieron, es decir, detrás de su genuino interés en escribir estaba la iniciativa de Dios en revelarse.
- Guió a los autores en su redacción, de manera que, aunque eran ellos mismos quienes escribían, escribieran lo que Dios tenía la intención de comunicar.
- Protegió a los autores de cometer errores, asegurando que cada palabra en el texto original fuera cierta y verdadera, reflejando exactamente lo que Dios quería decir.
El alcance de la inspiración de la Biblia
Esta inspiración divina de las Escrituras es plenaria y verbal. Es decir, la inspiración abarca toda la Escritura y no solamente algunas partes de ella, y se extiende a las palabras mismas empleadas por los autores humanos. No es posible entregar un mensaje preciso sino con palabras precisas.
Esto no quiere decir, sin embargo, que el proceso de inspiración de la Biblia haya sido mecánico. Dios no trató a los autores humanos de la Biblia como si fueran sus secretarios de dictado, o como aparatos de grabación, sino como personas vivas, conscientes y responsables. Dios nunca anuló sus personalidades, estilo literario o vocabulario al escribir. Por el contrario, al leer los distintos libros de la Biblia podemos notar que Dios utilizó plenamente la personalidad, el temperamento, la formación y la experiencia de los distintos autores humanos, logrando transmitir por medio de cada uno de ellos un mensaje apropiado y característico.
Entonces, sostenemos que Dios se ha revelado mediante la palabra, y que esa palabra inspirada (o «respirada» por Dios) ha sido escrita y preservada en la Biblia. Por eso decimos que la Biblia es, de hecho, la Palabra escrita de Dios, y por lo tanto verdadera, digna de fe y con autoridad divina.