Profetas Menores

El libro de Zacarías: anticipando al Mesías, sacerdote y rey

¿Alguna vez te has preguntado cómo los hilos de la profecía antigua se tejen a través de la historia, anticipando eventos que cambiarían el mundo para siempre? El libro de Zacarías, a menudo pasado por alto en las lecturas bíblicas, es un tesoro de visiones impresionantes y mensajes proféticos que nos conectan directamente con el corazón del plan de Dios para su pueblo y la humanidad.

Escrito en un momento crucial de la historia de Israel tras el retorno de Judá del exilio, este libro nos ofrece una perspectiva única sobre la restauración, el juicio divino y la futura llegada del Mesías. Acompáñanos a descubrir en esta entrada cómo Zacarías no solo habló a su generación, sino que también nos dejó claves vitales para comprender más profundamente la persona y la obra de Jesucristo en el Nuevo Testamento.


Datos introductorios de Zacarías

Autor, fecha y ubicación histórica

La mayoría de los eruditos conservadores coinciden en que la totalidad del libro de Zacarías fue escrito por el profeta que lleva ese nombre, identificado en la introducción como el «hijo de Berequías» (Zac. 1:1). Sin embargo, algunos sugieren que la segunda sección principal del libro, los capítulos 9–14, pudo haber sido añadida por un autor desconocido 30 o 40 años más tarde. Lo más probable es que estas profecías fueran entregadas oralmente y luego puestas por escrito en un período de aproximadamente 45 años, desde el 520 hasta el 475 a. C.

Es probable que Zacarías fuera tanto sacerdote como profeta, una circunstancia inusual, ya que la mayoría de los profetas de Israel solían hablar en contra de la clase sacerdotal. Posiblemente, nació en Babilonia durante el cautiverio judío y regresó con su familia en la primera ola de cautivos que llegó a Jerusalén bajo el liderazgo de Zorobabel, alrededor del año 530 a. C.

Contribución teológica

Una de las grandes contribuciones del libro de Zacarías es la combinación de elementos sacerdotales y proféticos de la historia de Israel. Esto sienta las bases para entender a Cristo como sacerdote y profeta. Zacarías también se destaca por el desarrollo del estilo profético apocalíptico, un lenguaje altamente simbólico y visionario que trata sobre acontecimientos del tiempo final. En este aspecto, su escrito forma una categoría distintiva junto con los libros de Daniel y Apocalipsis.

Claves de Zacarías

  • Palabra clave: Preparación para el Mesías. Los primeros ocho capítulos se refieren frecuentemente al templo y animan al pueblo a completar la gran obra del nuevo santuario. Mientras edifican el templo, edifican su futuro, porque esa misma estructura sería usada por el Mesías cuando viniera a traer salvación.
  • Versículos claves: Zacarías 8:3; 9:9.
  • Capítulo clave: Zacarías 14. Zacarías avanza hasta alcanzar un maravilloso clímax en el capítulo 14, donde revela el último asedio de Jerusalén y la santidad definitiva de Jerusalén y su pueblo.

Consideración especial

Zacarías 12:10 es un versículo notable que habla de la respuesta de la nación a Jesucristo como Salvador y Señor. Describe un día en el futuro cuando el pueblo de Judá (la casa de David y los habitantes de Jerusalén) reconocerán la importancia de la muerte de Jesús y serán salvos. Pero lo más sorprendente de Zacarías 12:10 es la frase «me mirarán a mí, a quien traspasaron». Al hablar por medio del profeta Zacarías, el Señor se identifica como aquel que sería «traspasado» por el pueblo, una alusión directa a la crucifixión del Mesías.


Resumen de Zacarías

Las ocho visiones (caps. 1–6)

El libro se inicia con un llamado introductorio al pueblo para que se arrepienta y se vuelva a Dios, a diferencia de sus padres que rechazaron las advertencias de los profetas (Zac. 1:1-6). Pocos meses después, Zacarías tiene una serie de ocho visiones, evidentemente en una noche de turbación («en el segundo año del reinado de Darío, en el día veinticuatro del mes de sebat, que es el mes undécimo», 519 a. C.; Zac. 1:7). Las primeras cinco son visiones de consuelo, y las últimas tres son visiones de juicio:

  1. El jinete entre los arrayanes — Dios reedificará a Sion y su pueblo (Zac. 1:7-17).
  2. Los cuatro cuernos y los herreros — Los opresores de Israel serán juzgados (Zac. 1:18-21).
  3. El hombre con el cordel de medir — Dios protegerá y glorificará a Jerusalén (Zac. 2:1-13).
  4. Purificación de Josué el sumo sacerdote — Israel será purificado y restaurado por el Renuevo venidero (Zac. 3:1-10).
  5. El candelabro de oro y los dos olivos — El Espíritu de Dios da poder a Zorobabel y Josué (Zac. 4:1-14).
  6. El rollo que volaba — El pecado individual será juzgado (Zac. 5:1-4).
  7. La mujer en un recipiente — El pecado nacional será quitado (Zac. 5:5-11).
  8. Los cuatro carros — El juicio de Dios descenderá sobre las naciones (Zac. 6:1-8).

En esta sección destaca la coronación del sumo sacerdote Josué (Zac. 6:9-15), que anuncia la venida del Renuevo que será rey y sacerdote (una corona compuesta).

Los cuatro mensajes (caps. 7–8)

En respuesta a una pregunta sobre la continuación de los ayunos (Zac. 7:1-3), Dios da a Zacarías una serie de cuatro mensajes:

  1. Reprobación del vano ritualismo (Zac. 7:4-7)
  2. Recordatorio de la desobediencia del pasado (Zac. 7:8-14)
  3. Restauración y consolación de Israel (Zac. 8:1-17)
  4. Recuperación de la dicha en el reino (Zac. 8:18-23)

Las dos cargas (caps. 9–14)

La primera carga (caps. 9–11) tiene que ver con la primera venida y el rechazo del rey venidero de Israel. Alejandro Magno conquistará a los vecinos de Israel, pero perdonará a Jerusalén (Zac. 9:1-8), que será preservada para su Rey (el Mesías, Zac. 9:9-10). Israel tendrá éxito contra Grecia (la rebelión de los Macabeos; Zac. 9:11-17), y aunque luego serán dispersados, el Mesías los bendecirá y los traerá de regreso (Zac. 10:1–11:3). Israel rechazará a su Rey Pastor y se dejará extraviar por falsos pastores (Zac. 11:4-17).

La segunda carga trata con la segunda venida de Cristo y la aceptación del Rey de Israel. Las naciones atacarán a Jerusalén, pero el Mesías vendrá y libertará a su gente (cap. 12). Serán limpiados de impurezas y de falsedad (cap. 13), y el Mesías vendrá con poder a juzgar a las naciones y a reinar desde Jerusalén sobre toda la tierra (cap. 14).


La relación de Zacarías con los Evangelios y el Nuevo Testamento

El libro de Zacarías es una fuente inestimable de profecías mesiánicas que encuentran su cumplimiento directo en la persona y obra de Jesucristo, así como en los eventos del Nuevo Testamento. No es exagerado decir que Zacarías es uno de los profetas del Antiguo Testamento más citados y aludidos en el Nuevo Testamento, lo que subraya su importancia para la comprensión de la fe cristiana.

Un momento cumbre en el libro de Zacarías es la coronación simbólica del sumo sacerdote Josué en el capítulo 6 (Zac. 6:9-15). Esta escena no solo presagia la restauración del sacerdocio, sino que, de manera profunda, apunta a la venida del Renuevo, una figura mesiánica que sería a la vez rey y sacerdote. Esta unión de roles es fundamental, ya que en la historia de Israel estas funciones estaban estrictamente separadas: el rey de la línea de David y el sacerdote de la línea de Aarón. La profecía de Zacarías rompe este esquema para revelar a uno que combinaría ambas dignidades, preparando el camino para comprender a Jesús como el Mesías Rey y Sacerdote del nuevo pacto. Notablemente, los nombres de Josué (Yehoshua en hebreo) y Jesús (Iesous en griego) son equivalentes, ambos significando «Yahvé es salvación». Esta correspondencia en el nombre subraya aún más el papel de Jesús como el verdadero Sumo Sacerdote que se ofrece a sí mismo como sacrificio, y el Rey que reinará por siempre, inaugurando una nueva era de gracia y justicia.

Uno de los ejemplos más claros la profecía mesiánica cumplida en Jesús es la profecía de Zacarías 9:9, que describe la entrada triunfal del Mesías en Jerusalén: «¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, victorioso y humilde. Viene montado en un burro, en un burrito, cría de asna». Este versículo es citado directamente en los Evangelios de Mateo (Mt. 21:4-5) y Juan (Jn. 12:14-15) para describir la entrada de Jesús a Jerusalén antes de su crucifixión, validando su identidad mesiánica.

Además, Zacarías anticipa la traición y el precio de la venta de Jesús. En Zacarías 11:12-13, el profeta describe una suma de «treinta piezas de plata» como el precio del pastor rechazado, que luego es entregado «al alfarero del Templo del Señor». Mateo 27:3-10 relata cómo Judas Iscariote recibió treinta piezas de plata por traicionar a Jesús, y luego las arrojó en el templo, lo que llevó a la compra del Campo del Alfarero. Esta conexión es asombrosa y muestra la precisión profética de Zacarías.

Otro pasaje crucial es Zacarías 12:10, que profetiza: «Sobre la casa real de David y los habitantes de Jerusalén derramaré el Espíritu de gracia y de súplica. Entonces me mirarán a mí, a quien traspasaron, y harán lamentación con duelo como por su hijo único. Llorarán amargamente, como quien llora por su primogénito». Juan 19:37 cita este versículo en el contexto de la crucifixión de Jesús, afirmando que «dice otra Escritura: “Mirarán al que han traspasado”». Esta es una poderosa declaración de la identidad mesiánica de Jesús y su sacrificio redentor.

Por otra parte, el capítulo 14 de Zacarías, con su visión del día del Señor, el juicio de las naciones y el reinado universal del Mesías desde Jerusalén, establece un paralelo con las profecías del libro de Apocalipsis. La venida gloriosa de Cristo en juicio, la instauración de su reino y la santidad de la nueva Jerusalén son temas recurrentes que vinculan la visión de Zacarías con la consumación de la historia redentora en el Nuevo Testamento.

Por último, es de notar que el propio Jesús, en los Evangelios, hizo una referencia directa al profeta Zacarías, lo que subraya la relevancia de este mensajero divino. En Mateo 23:35, en medio de una fuerte denuncia contra la hipocresía de los escribas y fariseos, Jesús declara: «Así recaerá sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa que ha sido derramada sobre la tierra. Sí, desde la sangre del justo Abel hasta la de Zacarías, hijo de Berequías. A este, ustedes lo asesinaron entre el santuario y el altar». Con estas palabras, Jesús no solo valida el ministerio del profeta, sino que también establece una línea histórica de rechazo a los mensajeros de Dios por parte del pueblo, un patrón que, trágicamente, culminaría con el rechazo del propio Mesías. Este detalle en los Evangelios refuerza la autoridad y el peso profético del libro de Zacarías dentro del canon bíblico.

En resumen, Zacarías no es solo un libro de historia antigua, sino una ventana profética que ilumina la identidad y la misión de Jesús como el Mesías prometido, su sufrimiento, su venida en gloria y el establecimiento de su reino eterno. Su estudio nos enriquece y nos permite apreciar la profundidad del plan divino revelado a lo largo de las Escrituras.

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