Jesús cumplió muchas profecías del Antiguo Testamento a lo largo de su vida y ministerio. Según algunos estudiosos de la Biblia, hay más de 300 profecías mesiánicas en el Antiguo Testamento que se refieren al Mesías prometido y que Jesús cumplió.
Entre las profecías del Antiguo Testamento que Jesús cumplió están:
- Nacer de una virgen (Is. 7:14)
- Nacer en Belén (Miq. 5:2)
- Ser descendiente de Abraham (Gén. 12:3) y de David (Jer. 23:5)
- Ser rechazado por su pueblo (Is. 53:3)
Estas son solo algunas de las profecías que Jesús cumplió en su vida y ministerio. Hay muchas otras profecías mesiánicas en el Antiguo Testamento que se cumplen en Jesús, y un buen número de ellas las cumplió en la última semana de su vida y ministerio terrenal, la semana de su pasión y muerte, que conocemos como la Semana Santa.
Jesús cumplió muchas profecías del Antiguo Testamento durante la Semana Santa. Desde su llegada a Jerusalén el domingo, prácticamente cada día de esa semana estuvo marcado por el cumplimiento de alguna profecía mesiánica. Desde antes de ser arrestado y hasta después de su muerte en la cruz, Jesús cumplió varias profecías del Antiguo Testamento.
A continuación, algunas de las profecías que Jesús cumplió en la Semana Santa.
1. La entrada triunfal en Jerusalén
El domingo de la entrada triunfal, también conocido como el Domingo de Ramos, Jesús montó en un burro para entrar en Jerusalén (Mt. 21:1-11; Mr. 11:1-10; Lc. 19:29-38), cumpliendo la profecía de Zacarías 9:9 que dice:
«¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, Salvador y humilde. Viene montado en un asno, en un pollino, cría de asna» (Zac. 9:9).
2. La traición de Judas
En los primeros días de la Semana Santa —tal vez el martes por la noche—, Jesús fue traicionado por uno de sus discípulos, Judas (Mt. 26:14-15; Mr. 14:10-11; Lc. 22:3-6), cumpliendo la profecía de Salmo 41:9 que dice:
«Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba y que compartía el pan conmigo, me ha puesto la zancadilla» (Sal. 41:9).
3. La negación de Pedro
No fue precisamente una profecía del Antiguo Testamento, pero Jesús predijo que Pedro lo negaría tres veces antes del amanecer (Mt. 26:34), y esto se cumplió cuando Pedro lo negó tres veces en el patio del sumo sacerdote:
«Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio, y una criada se le acercó.
—Tú también estabas con Jesús de Galilea —le dijo.
Pero él lo negó delante de todos, diciendo:
—No sé de qué estás hablando.
Luego salió a la puerta, donde otra criada lo vio y dijo a los que estaban allí:
—Este estaba con Jesús de Nazaret.
Él lo volvió a negar, jurándoles:
—¡A ese hombre ni lo conozco!
Poco después se acercaron a Pedro los que estaban allí y le dijeron:
—Seguro que eres uno de ellos; se te nota por tu acento.
Y comenzó a echarse maldiciones, y les juró:
—¡A ese hombre ni lo conozco!
En ese instante cantó un gallo. Entonces Pedro se acordó de lo que Jesús
había dicho: “Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces”. Y
saliendo de allí, lloró amargamente» (Mt. 26:69-75).
4. El juicio injusto
Antes de ser crucificado, Jesús fue juzgado injustamente (Mt:26:57-66; Mr. 14:53-65; Jn. 18:12-14, 19-24), cumpliendo la profecía de Isaías 53:7 que dice:
«Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca» (Is. 53:7).
5. La crucifixión y muerte
Luego de ser juzgado, Jesús fue crucificado y murió en la cruz (Mt. 27:26, ), cumpliendo las profecías del Salmo 22 y de Isaías 53:
«Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies» (Sal. 22:16).
«Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. […] Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes, y golpeado por la transgresión de mi pueblo» (Is. 53:5, 8).
6. La flagelación y la corona de espinas
Jesús fue flagelado y coronado con espinas antes de ser crucificado (Mt. 27:28-30; Jn. 19:1-3), cumpliendo la profecía de Isaías 50:6 que dice:
«Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que me arrancaban la barba; ante las burlas y los escupitajos no escondí mi rostro» (Is. 50:6).
7. La muerte entre malvados
Isaías 53:9 profetiza que, aun siendo inocente, el Mesías sería contado entre los malvados en su muerte. Jesús fue crucificado entre dos criminales (Lc. 23:32-33, 40-41), cumpliendo la profecía.
«Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores, aunque nunca cometió violencia alguna,ni hubo engaño en su boca» (Is. 53:9).
8. La burla de los enemigos
Los enemigos de Jesús se burlaron de él mientras estaba en la cruz (Mt. 27:39-42), cumpliendo la profecía de Salmo 22:7-8 que dice:
«Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza: «Este confía en el Señor, ¡pues que el Señor lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!» (Sal. 22:7-8).
9. El abandono de Dios
Jesús calmó «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» mientras estaba en la cruz (Mt. 27:46; Mr. 15:34), cumpliendo la profecía de Salmo 22:1 que dice:
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento» (Sal. 22:1).
10. La sed y la entrega del espíritu
Jesús dijo «tengo sed» antes de entregar su espíritu (Jn. 19:28-30), cumpliendo la profecía de Salmo 69:21 que dice:
«En mi comida pusieron hiel; para calmar mi sed me dieron vinagre» (Sal. 69:21).
Jesús encomendó su espíritu al Padre justo antes de morir en la cruz (Lc. 23:46), cumpliendo la profecía de Salmo 31:5 que dice:
«En tus manos encomiendo mi espíritu; líbrame, Señor, Dios de la verdad» (Sal. 31:5).
11. La lanza en su costado
Ya estando Jesús muerto en la cruz, un soldado romano le clavó una lanza en el costado (Jn. 19:33-34), cumpliendo la profecía de Zacarías 12:10 que dice:
«Sobre la casa real de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de súplica, y entonces pondrán sus ojos en mí. Harán lamentación por el que traspasaron, como quien hace lamentación por su hijo único; llorarán amargamente, como quien llora por su primogénito» (Zac. 12:10).
12. La resurrección
El Salmo 16:10 profetiza que el Mesías no vería corrupción en su sepultura. Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día, demostrando que él era el Mesías prometido (Mt. 28:6; Hch. 2:31).
«No dejarás que mi vida termine en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel» (Sal. 16:10).
«Todas las Escrituras»
En resumen, Jesús cumplió muchas profecías del Antiguo Testamento durante la Semana Santa, lo que demuestra que él es el Mesías prometido en la Escritura. De hecho, luego de resucitar, Jesús siguió enseñando a sus discípulos que «todas las Escrituras» hablaban acerca de él.
«—¡Qué torpes son ustedes —les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?
Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras» (Lc. 24:25-27).
¿Recuerdas alguna profecía más para incluir en la lista, de las que Jesús cumplió en la Semana Santa?