En nuestra entrada anterior, exploramos la hermenéutica bíblica, el arte y la ciencia de interpretar la Biblia, que nos proporciona los principios generales para comprender las Escrituras. Ahora, daremos un paso más allá y nos adentraremos en la exégesis bíblica, que es la aplicación práctica de esos principios. Si la hermenéutica es el mapa y la brújula, la exégesis es el acto de caminar por el terreno, explorando cada detalle para desenterrar el tesoro del significado original.

La exégesis (del griego exegeomai, que significa «extraer», «exponer» o «sacar de») es el proceso cuidadoso y sistemático de analizar un texto bíblico para determinar qué quiso decir el autor original a su audiencia original, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Es fundamental diferenciarla de la eisegesis, que es el error de «introducir» o «proyectar» nuestras propias ideas, prejuicios o significados en el texto, en lugar de dejar que el texto hable por sí mismo. El objetivo de la exégesis es la objetividad, en la medida de lo posible, para que el mensaje de Dios no sea distorsionado por nuestras preconcepciones.1


Por qué la exégesis es fundamental

Entender la necesidad de la exégesis es crucial para cualquiera que desee tomar la Biblia en serio. Como vimos con 2 Timoteo 2:15, somos llamados a «interpretar rectamente la Palabra de verdad». Esta «interpretación recta» es precisamente lo que busca la exégesis.

Consideremos un pasaje como Juan 3:16: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna». Aunque parece sencillo, la exégesis nos ayudaría a preguntar: ¿Qué significaba «mundo» para Juan y sus lectores en ese contexto? ¿Qué implicaba «creer»? ¿Cuál era la «vida eterna» que prometía? Sin estas preguntas exegéticas, podríamos proyectar nuestras definiciones modernas o culturales en estas palabras, perdiendo la riqueza del significado original.

Otro ejemplo es el sermón de Pedro en el día de Pentecostés, en Hechos 2. Pedro no solo recita las profecías del Antiguo Testamento, sino que las interpreta para su audiencia judía, mostrándoles cómo se han cumplido en Jesús de Nazaret. Él explica el significado de eventos extraordinarios como la venida del Espíritu Santo a la luz de las Escrituras proféticas (Joel 2:28-32) y salmos mesiánicos (Salmo 16, Salmo 110). La habilidad de Pedro para explicar las Escrituras es un modelo de exégesis aplicada. No simplemente leyó o citó de memoria, sino que desveló el significado.

La exégesis es vital porque:

  • Evita la mala interpretación: Nos protege de errores doctrinales y aplicaciones incorrectas que pueden surgir al leer versículos fuera de contexto o sin entender su intención original.
  • Revela la verdad de Dios: Nos permite descubrir el mensaje preciso que Dios quiso comunicar a través de sus autores humanos.
  • Fomenta la obediencia informada: Cuando entendemos lo que la Biblia realmente dice, podemos obedecer y aplicar sus enseñanzas de manera más fiel y profunda a nuestra vida.2

El proceso exegético: pasos para desenterrar el significado

La exégesis no es un acto impulsivo, sino un proceso metódico que se construye sobre la humildad y la dependencia del Espíritu Santo, quien es el autor divino de las Escrituras. Aquí te presentamos algunos pasos fundamentales que puedes seguir para realizar una exégesis efectiva:

1. Oración y dependencia del Espíritu Santo

Antes de sumergirte en cualquier estudio bíblico, comienza con oración. El Espíritu Santo es el autor divino de la Biblia (2 Pe. 1:21) y es quien nos capacita para entenderla (1 Cor. 2:10-14). Pídele que ilumine tu mente, te libre de prejuicios y te guíe a la verdad del texto. La exégesis es una labor académica, sí, pero también es una tarea espiritual.

2. Observación: ¿qué dice el texto?

Este es el primer y más crucial paso. Consiste en leer el pasaje con la máxima atención, sin intentar interpretarlo todavía, solo observando.

  • Lectura repetida: Lee el pasaje varias veces, en voz alta si es posible. Usa diferentes versiones de la Biblia para captar matices (sin que esto reemplace el análisis del texto original si es posible).
  • Identificación de palabras clave: ¿Qué palabras o frases se repiten? ¿Cuáles son las más importantes?
  • Estructuras literarias: Busca patrones, contrastes, comparaciones, secuencias lógicas, causas y efectos. Por ejemplo, en las epístolas, ¿hay argumentos? ¿Dónde están las exhortaciones?
  • Personajes, lugares y tiempo: ¿Quiénes son los actores? ¿Dónde y cuándo ocurre la acción o se escribe el mensaje?
  • Preguntas básicas: Hazte preguntas como: ¿Quiénes son los hablantes y los oyentes? ¿Qué está sucediendo? ¿Cuándo ocurre? ¿Dónde ocurre? ¿Por qué ocurre? ¿Cómo ocurre?

3. Contextualización: ¿dónde encaja el texto?

Una vez que has observado el texto en sí, es momento de ubicarlo en su entorno. El contexto es vital, como mencionamos al hablar de hermenéutica.3

  • Contexto literario:
    • Contexto inmediato: Lee los versículos que preceden y siguen directamente al pasaje que estudias.
    • Contexto del capítulo y libro: ¿Cómo encaja este pasaje en el flujo de pensamiento del capítulo y del libro entero? ¿Qué propósito tiene el autor al incluirlo aquí?
    • Contexto del Testamento y bíblico: ¿Cómo se relaciona este pasaje con el resto del Antiguo o Nuevo Testamento? ¿Cómo contribuye al mensaje general de la Biblia y al gran plan de Dios?
  • Contexto histórico-cultural:
    • Autor y audiencia: ¿Quién escribió el libro y a quién iba dirigido? ¿Qué sabes sobre ellos?
    • Ambiente social y político: ¿Cuáles eran las costumbres, leyes, creencias religiosas, y la situación política de la época en que se escribió el texto y en la que vivía la audiencia original? (Por ejemplo, entender las leyes de pureza judías para comprender mejor ciertas discusiones en los Evangelios o en Hechos).
    • Geografía: ¿Influye el lugar físico en el significado del texto?

4. Interpretación: ¿qué significa el texto?

Aquí es donde se analiza el significado de las palabras y frases, y se sintetiza todo lo observado.

  • Análisis gramatical y sintáctico:
    • Significado de las palabras: ¿Qué significaban las palabras clave en su idioma original (griego, hebreo, arameo) en el tiempo del autor? Puedes usar concordancias (para ver cómo se usa una palabra en otros lugares) y diccionarios bíblicos o léxicos sencillos.
    • Estructura de las oraciones: ¿Quién hace qué a quién? ¿Cuáles son los verbos, los sujetos, los objetos? ¿Hay frases condicionales o de propósito?
    • Figuras retóricas: ¿Hay metáforas, símiles, hipérboles, ironía, parábolas? ¿Cómo afecta esto al significado?
  • Análisis teológico: ¿Cómo encaja este pasaje en la teología del libro y en la teología bíblica general? ¿Cómo revela algo sobre Dios, la humanidad, el pecado, la salvación, Jesucristo?
  • Determinación del propósito del autor: Con base en todo lo anterior, formula una declaración concisa sobre lo que crees que el autor inspirado pretendía que su audiencia original entendiera o hiciera. Esta es la cúspide de la exégesis.

Herramientas para la exégesis

No necesitas ser un erudito para hacer una buena exégesis, pero sí necesitas las herramientas adecuadas:

  • Diferentes versiones de la Biblia: Comparar traducciones puede ayudarte a notar matices en el texto (por ejemplo, Reina-Valera 1960, NVI, NBLA, NTV).
  • Concordancias: Herramientas que te permiten buscar cada aparición de una palabra en la Biblia. Esto es crucial para entender el rango de significado de una palabra en su contexto bíblico (por ejemplo, la Concordancia Exhaustiva de Strong, o las versiones digitales en software bíblico).
  • Diccionarios bíblicos y enciclopedias: Proporcionan información sobre palabras, personas, lugares, costumbres y conceptos bíblicos.
  • Léxicos y gramáticas básicas: Aunque no domines el griego o el hebreo, un buen léxico te dará los significados básicos de las palabras originales. Un ejemplo excelente y muy accesible es el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento de Vine, que te ayuda a entender los matices de las palabras griegas a través de su uso en el contexto bíblico.
  • Comentarios bíblicos: Útiles para ver cómo otros eruditos han interpretado el pasaje. ¡Úsalos después de haber hecho tu propia observación e interpretación inicial, no antes! Son una ayuda, no un sustituto de tu propio estudio.
  • Mapas y atlas bíblicos: Para ubicar geográficamente los eventos y entender distancias, terrenos, etc.
  • Software bíblico: Herramientas como Logos, Accordance, o incluso aplicaciones gratuitas como YouVersion o BibleGateway, que integran muchas de estas herramientas y facilitan la investigación.

El objetivo final: de la exégesis a la aplicación

La exégesis no es un fin en sí misma, sino un medio. Una vez que has desenterrado el significado original del texto (exégesis), el siguiente paso es la aplicación. ¿Cómo se traduce esa verdad para mi vida hoy, en mi cultura y circunstancias?

La exégesis es un viaje fascinante y gratificante. Te permite acercarte a la Palabra de Dios con mayor confianza, despojándote de ideas preconcebidas y permitiendo que la verdad de las Escrituras te hable directamente. Requiere esfuerzo y paciencia, pero la recompensa es invaluable: una comprensión más clara de la mente y el corazón de Dios revelados en su Palabra.


  1. Para profundizar sobre la definición y la relación entre «hermenéutica» y «exégesis», puedes consultar José M. Martínez, Hermenéutica Bíblica (Clie, 1984), p. 17. ↩︎
  2. Para una guía práctica y accesible sobre cómo abordar el estudio y la comprensión de la Biblia, consulta la obra de John Stott, Cómo comprender la Biblia (Certeza, 2005). ↩︎
  3. Para un estudio detallado sobre la importancia del contexto en la interpretación, se recomienda Rob Haskell, Hermenéutica: Interpretación eficaz hoy (Clie, 2009), especialmente el capítulo «En su contexto» (pp. 167-185). ↩︎

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