Antes de ponernos a leer y estudiar cualquier libro es importante saber de qué se trata. También la Biblia. Sí, porque si no tenemos una definición adecuada del material que nos interesa, no podremos aproximarnos a ella adecuadamente tampoco.
Creyentes y críticos por igual han fallado y fallan en este punto fundamental cuando se acercan a la Biblia u opinan sobre ella.
Por eso, queremos saber: ¿Qué es la Biblia? ¿De qué se trata este libro que los cristianos consideran que no es cualquier libro?
El origen de la Biblia
Es bueno saber desde el principio que la Biblia no cayó del cielo, ni fue descubierta en alguna montaña mágica o en lo profundo de un bosque secreto. La Biblia nació entre nosotros. Aunque tiene un origen divino porque Dios la inspiró, simultáneamente, la Biblia tiene también un origen humano, ya que seres humanos la escribieron.
Cuando hablamos de su origen divino, nos referimos a la iniciativa de Dios, quien tuvo la intención de revelarse a sí mismo y su voluntad a través de la Biblia. Él motivó y guió a los autores humanos para que escribieran lo que Él quiso que escribieran: «Toda la Escritura es inspirada por Dios…» (2 Tim. 3:16). Hablamos más acerca de la inspiración divina de la Biblia en otra entrada.
Sin embargo, no es menos verdad que las diferentes partes de la Biblia fueron escritas por personas de carne y hueso, viviendo en una determinada parte del mundo, en una determinada cultura y en un determinado tiempo de la historia. Personas de distintos trasfondos y profesiones —desde sacerdotes hasta pescadores, desde reyes hasta campesinos— participaron de la redacción, compilación y preservación de los libros que componen lo que hoy conocemos como la Biblia.
Así que, una primera conclusión que necesitamos hacer acerca de la Biblia es que ella tiene su origen en la iniciativa de Dios, que para darse a conocer se valió de seres humanos comunes y corrientes, que registraran por escrito lo que Él quiso que supiéramos de Él y su voluntad. Esta es una manera corta y sencilla de comenzar a responder de qué se trata la Biblia.
El lenguaje de la Biblia
Hemos dicho que la Biblia fue escrita por personas reales de carne y hueso, viviendo en una determinada época y lugar en la historia: el Antiguo Oriente Próximo. Esto quiere decir que aquellos escritores bíblicos estaban inmersos en una cultura particular, con un idioma y forma de pensar y expresarse que eran comunes a las demás personas de dicha cultura, y tuvieron que escribir en los términos de esa audiencia original para ser entendidos.
Algunas personas se imaginan, equivocadamente, que Dios se reveló a los escritores bíblicos en algún idioma «trascendental» y «misterioso», mientras se encontraban en alguna especie de éxtasis o trance espiritual. Entonces, estas personas piensan que las palabras de la Biblia tienen que poder entenderse únicamente mediante algún código oculto, difícil de acceder para nosotros las personas «normales». Pero la cosa no es así. La Biblia fue escrita en el lenguaje normal de las personas normales de su tiempo y cultura. Después de todo, lo que Dios quería era revelarse, no jugar a las escondidas.
Sin embargo, es importante notar la distancia que nos separa a nosotros de la audiencia original que recibió las palabras de la Biblia en su propio idioma: el hebreo para el Antiguo Testamento y el griego para el Nuevo. Exactamente, la Biblia no fue escrita originalmente en nuestro extendido español moderno, y esto supone un problema. Existe una enorme distancia temporal y cultural entre los escritores bíblicos, con su audiencia original en el Antiguo Oriente Próximo, y nosotros. Una distancia que no es imposible de cruzar, no obstante, y el primer paso para hacerlo es ser conscientes de su existencia.
Nuestra segunda conclusión hasta aquí, entonces, es que la Biblia fue escrita originalmente en una cultura distinta y distante a la nuestra. Esto significa que para poder leer y comprender la Biblia adecuadamente, necesitamos familiarizarnos básicamente con el lenguaje, pensamiento y costumbres de la audiencia original. Esto puede sonar algo difícil, pero no lo es tanto. De hecho, ser conscientes de esta necesidad ya es lo más difícil.
El tema de la Biblia
Hemos dicho primeramente que la Biblia tuvo su origen en la iniciativa de Dios al querer revelarse. Luego hemos dicho también que esa revelación tuvo lugar en un tiempo, lugar y cultura determinados, distantes a nosotros. Ahora bien, ¿por qué quiso Dios revelarse a aquellas personas? ¿Quiénes eran esa audiencia original? Estas preguntas nos llevan a hablar acera del tema central de la Biblia.
La Biblia es en realidad una colección de libros, escritos bajo la inspiración de Dios a lo largo de unos 1500 años. Estos más de 60 libros recogen los hechos, instrucciones, promesas, oraciones y esperanzas de un pueblo en el marco de su historia con Dios. Dicho de otro modo, la Biblia es la historia de Dios con su pueblo. ¡Una historia épica, de hecho!
En la Biblia, vemos a Dios formando a un pueblo para sí mismo, al entablar con él una relación de pacto. El pacto es el vínculo sagrado que establece la relación entre Dios y su pueblo, y es el marco dentro del cual toda la historia bíblica se desarrolla. La mayoría de los eruditos bíblicos están de acuerdo, y cualquiera que lea la Biblia con atención puede darse cuenta también, que el pacto es el asunto o tema central de la Biblia (1 Crón. 16:15; Gén. 17:7; Lc. 1:72).
- Toda la historia bíblica se mueve desde un antiguo pacto hacia un nuevo pacto de Dios con los suyos (Jer. 31:31-34; Heb. 8:7, 13).
- Desde los Libros de la Ley y a través de todo el Antiguo Testamento, la Biblia narra el establecimiento original del pacto (creación), su violación por parte del hombre al desobedecer, con el consecuente castigo (caída), y la promesa de un rescate que Dios mismo realizaría en favor de su pueblo mediante un nuevo pacto (redención).
- El Nuevo Testamento narra cómo este pacto nuevo (o renovado) es establecido mediante el sacrificio de Jesucristo en la cruz por el pecado, abriendo el camino a una nueva y eterna relación de pacto con Dios para todos los que creen en él (Mt. 26:28; Heb. 7:22; 9:15).
Nuestra tercera conclusión al finalizar esta entrada, entonces, es que el tema central de toda la Biblia es el pacto. Todo el contenido de la Biblia —su narración, leyes, cartas, poesía, profecía, etc.— hallan su verdadero significado únicamente cuando las entendemos dentro del marco de la relación de pacto entre Dios y su pueblo.
¿Podemos entonces responder de qué se trata la Biblia? La Biblia es la revelación escrita de Dios, dándose a conocer a los hombres en su propio idioma y lenguaje, y actuando en su historia para redimir a su pueblo de sus pecados a través de Jesucristo. Si nos acercamos a la Biblia con esta definición en mente, estaremos mejor preparados para comprender, apreciar y recibir los beneficios de su mensaje.