Muchas personas quisieran leer más regular y provechosamente la Biblia, pero se desaniman al no poder entender mucho de lo que leen en sus páginas. Necesitan a alguien que les dirija un poco. Eso mismo sucedió con alguien en la Biblia también:
Felipe se acercó de prisa a la carroza y, al oír que el hombre leía al profeta Isaías, le preguntó:
—¿Acaso entiende usted lo que está leyendo?
—¿Y cómo voy a entenderlo —contestó— si nadie me lo explica?
Así que invitó a Felipe a subir y sentarse con él.
(Hch. 8:30-31)
Este blog que estás visitando se ofrece a ser un pequeño Felipe para quienes desean leer y entender mejor la Sagrada Escritura.