Evangelios

¿Qué sucedió cada día de la Semana Santa? Una posible cronología bíblica

La Semana Santa está en el corazón de la fe cristiana, un tiempo de profunda reflexión sobre los últimos días de Jesús en la Tierra, su sacrificio y su gloriosa resurrección. A menudo nos preguntamos: ¿En qué orden sucedieron exactamente estos eventos trascendentales? Acompáñanos en este recorrido bíblico, día a día, para comprender mejor la posible cronología de esta semana crucial, basándonos principalmente en los relatos de los Evangelios.

Es importante recordar que, aunque los cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) narran los mismos eventos, sus enfoques y a veces el orden preciso pueden variar ligeramente. Sin embargo, podemos construir una cronología general que nos ayuda a seguir el hilo de esta historia transformadora.

Domingo de Ramos: la entrada triunfal

Nuestro viaje comienza con la vibrante entrada de Jesús en Jerusalén. Montado en un burrito, cumpliendo la profecía de Zacarías, fue recibido por una multitud que extendía sus mantos y ramas de palma, aclamándolo como el Mesías.

«Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino. Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás gritaba: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”» (Mt. 21:8-9).

Este día marca el reconocimiento público de Jesús como el Rey esperado, aunque muchos aún no comprendían la naturaleza de su reino.

Lunes Santo: autoridad en el templo y la higuera estéril

Los Evangelios no detallan exhaustivamente cada día, pero tradicionalmente se asocian ciertos eventos con el lunes. Uno de ellos es la confrontación de Jesús con los comerciantes en el templo, reafirmando la santidad de la casa de su Padre.

«Llegaron, pues, a Jerusalén. Jesús entró en el Templo y comenzó a echar de allí a los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas, y no permitía que nadie atravesara el Templo llevando mercancías. También les enseñaba con estas palabras: “¿No está escrito: ‘Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos’? Pero ustedes la han convertido en ‘cueva de ladrones’”» (Mr. 11:15-17).

También se recuerda el incidente de la higuera estéril, una lección sobre la necesidad de dar fruto.

«Al día siguiente, cuando salían de Betania, Jesús tuvo hambre. Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si hallaba algún fruto. Cuando llegó a ella solo encontró hojas, porque no era tiempo de higos. “¡Nadie vuelva jamás a comer fruto de ti!”, dijo a la higuera. Y lo oyeron sus discípulos» (Mr. 11:12-14).

Martes Santo: enseñanzas y debates en el templo

Este día se caracteriza por las intensas enseñanzas de Jesús y sus debates con los líderes religiosos. A través de parábolas y respuestas sabias, desafió su autoridad y expuso su hipocresía. Es probable que muchas de las parábolas sobre el reino de los cielos y las advertencias sobre el fin del siglo tuvieran lugar este día.

Aunque los Evangelios no siempre especifican el día exacto de cada enseñanza, la concentración de estos eventos sugiere un martes de intensa actividad en el templo.

Miércoles Santo: la traición se conspira

Un punto de inflexión ocurre cuando Judas Iscariote acuerda entregar a Jesús a los principales sacerdotes a cambio de dinero.

«Uno de los doce, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a los jefes de los sacerdotes. “¿Cuánto me dan y yo les entrego a Jesús?” —propuso—. Decidieron pagarle treinta monedas de plata. Y desde entonces Judas buscaba una oportunidad para entregarlo» (Mt. 26:14-16).

Este acto de traición marca el inicio del camino directo hacia la crucifixión.

Jueves Santo: la última cena y el arresto

Este día está cargado de significado. Jesús comparte una última cena con sus discípulos, instituyendo la Cena del Señor o Comunión, un memorial de su sacrificio venidero.

«También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: “Esto es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí”. De la misma manera, tomó la copa después de cenar y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes”» (Lc. 22:19-20).

En la misma ocasión, Jesús también lava los pies de sus discípulos, dando una poderosa lección de humildad y servicio (Jn. 13:1-17). Después de la cena, se retira a orar al huerto de Getsemaní, donde es traicionado y arrestado.

«Cuando Jesús terminó de orar, salió con sus discípulos y cruzó el arroyo de Cedrón. Al otro lado había un huerto en el que entró con sus discípulos. También Judas, el que lo traicionaba, conocía aquel lugar porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. Así que Judas llegó al huerto, a la cabeza de un destacamento de soldados y guardias de los jefes de los sacerdotes y de los fariseos. Llevaban antorchas, lámparas y armas» (Jn. 18:1-3).

Viernes Santo: juicio, crucifixión y muerte

Este es el día más sombrío. Jesús es llevado ante las autoridades judías y luego ante el gobernador romano Poncio Pilato. A pesar de no encontrar culpa en él, Pilato cede a la presión de la multitud y lo entrega para ser crucificado.

Jesús sufre la humillación, el dolor físico extremo y finalmente muere en la cruz.

«Entonces Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró» (Mr. 15:37).

Su cuerpo es bajado de la cruz y sepultado apresuradamente antes del inicio del día de reposo (sábado).

«En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto y en el huerto, un sepulcro nuevo en el que todavía no se había sepultado a nadie. Como era el día judío de la preparación para el sábado y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús» (Jn. 19:41-42).

Sábado Santo: el reposo en la tumba

El sábado, según la ley judía, era un día de reposo. Los seguidores de Jesús guardaron luto y descanso, mientras el cuerpo de Jesús yacía en la tumba (Lc. 23:56). Este día simboliza la ‘quietud antes de la tormenta’ de la resurrección, puesto que incluso sus enemigos recordaban su promesa (Mt. 27:62-64), aunque con intenciones diferentes.

Si bien la Biblia no detalla muchos eventos para este día, su silencio es significativo, representando un tiempo de espera y duelo.

Domingo de Resurrección: ¡La Victoria sobre la muerte!

El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres que seguían a Jesús fueron a la tumba y la encontraron vacía. Jesús había resucitado, cumpliendo su promesa y derrotando a la muerte.

«El ángel dijo a las mujeres: “No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde estaba”» (Mt. 28:5-6).

La resurrección de Jesús es el evento central de la fe cristiana, la prueba de ser verdaderamente el Hijo de Dios y la promesa de vida eterna para quienes creen en él.

Conclusión: un legado de amor y esperanza

La cronología de la Semana Santa nos permite seguir los pasos de Jesús en sus últimos días, desde la aclamación en las calles hasta el sacrificio de la cruz y la gloriosa resurrección de la tumba. Meditar en cada uno de estos días nos ayuda a comprender la profundidad de su amor por nosotros y la esperanza que su victoria sobre la muerte nos ofrece. Que esta reflexión nos lleve a apreciar aún más el regalo inigualable que recibimos en la Semana Santa.

Ahora, te invitamos a pensar: ¿Cómo podrías aprovechar este tiempo significativo para profundizar personalmente en la Palabra de Dios, meditando en estos pasajes que transformaron la historia? Y más aún, ¿de qué manera podrías compartir este mensaje de amor, sacrificio y esperanza con aquellos que te rodean? Que esta Semana Santa sea una oportunidad para crecer en fe y compartirla abundantemente.

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